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| La valentía de Juan el Bautista | 
Versículo: Mateo 3:7-10
La predicación de Juan no era una invitación sentimental: también traía confrontación. Cuando los fariseos y saduceos —líderes religiosos— se presentaron, Juan los llamó “generación de víboras”. No era lenguaje dulce, pero sí honesto. Su valentía moral lo llevó a denunciar la religión sin fruto: forma sin transformación.
Este momento es instructivo porque muestra el equilibrio entre gracia y juicio. Juan ofrecía la posibilidad del cambio (bautismo), pero exigía sinceridad. Denunciar la hipocresía no es postureo; es exigir coherencia cuando las formas religiosas se vuelven máscaras.
El clamor de Juan tenía consecuencias: sus palabras desestabilizaban estructuras de poder. Ser profeta implicaba riesgo: la denuncia del conformismo y la corrupción puede costar reconocimiento social, apoyo institucional e incluso la vida. Juan vive el perfil del profeta que prioriza la verdad por encima de la comodidad propia.
Hoy, los cristianos y líderes se enfrentan a tentaciones similares: optar por mensajes políticamente cómodos o denunciar injusticias aun cuando eso traiga repercusiones. Juan nos recuerda que el mensaje debe buscar la restauración, no la complacencia del público.
Aprendizaje
La fe auténtica no teme la autocrítica ni la crítica profética. Cuando la religión se vuelve escaparate, el valor profético es necesario para llamar a la conversión. La valentía de Juan nos reta a hablar con verdad y con amor.
 
   
   
  
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